Comúnmente al conocimiento se le ha prestado más importancia que al pensamiento, sin embargo el sólo saber no garantiza en ninguna medida que un individuo sea capaz de resolver problemas, ya que la solución ha de necesitar un proceso intermediario entre el conocimiento previo y la respuesta satisfactoria, este proceso es el acto de pensar, acción que normalmente pasa desapercibida y a la cual se le resta importancia tanto en aulas escolares como en la vida cotidiana.
La acción de pensar es flexible, permite mantener una idea rondando sin forma hasta que se materializa sin más en cualquier momento, el pensamiento no necesita de sitios específicos, aunque varíe de persona a persona, una revelación que de solución a un cuestionamiento puede presentarse en el momento más inesperado, obviamente luego de realizar el proceso complejo que es el pensar.
Lo importante es entonces presentar un equilibrio entre conocimiento y pensamiento, ya que el primero se muestra lisiado sin el segundo, donde el individuo se parecería más a una base de datos sin motivo alguno, lo que cambiaría con una enseñanza enfocada a la creación, a la creatividad y a la criticidad, que fuerce necesariamente a pensar, ya que en el mundo real y cotidiano los problemas suelen ser complicados y confusos, a veces se presentan como dilemas que parecieran irresolubles, que tal vez con un poco de reflexión se muestre la vía más indica a escoger para dar solución a un problema.